domingo, 15 de junio de 2014

La Escuelas Filosóficas: Positivismo Vs Idealismo



Son muchas las concepciones que existen en torno a la filosofía, una definición general podría ser el estudio de la sabiduría, y por sabiduría entiendo no solamente la prudencia en la acción, sino también un conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre puede conocer, tanto para orientar su vida y conservar su salud como  para la invención de todas las artes. En este sentido, en el transcurrir de la historia se ha evidenciado como el hombre ha desarrollado diversas corrientes del pensamiento en su afán de dar explicación al mundo que los rodea y encontrar la verdad; corrientes que han moldeado la mente del mismo hombre. Es evidente, que el desarrollo del conocimiento esta está íntimamente relacionado con la corriente que se asuma. Con esta disertación se pretende hacer una comparación de los supuestos de dos grandes escuelas filosóficas como lo son el positivismo y el idealismo, con el objeto de suscitar y despertar en los lectores el conocimiento del mundo y de la realidad desde estos dos supuestos filosóficos.
Para iniciar la disertación, es de utilidad dar una descripción sobre la concepción de las escuelas filosóficas, estas consisten en un grupo de pensadores que comparten puntos de vista comunes entre sí, acerca de la realidad y los fenómenos, sus interpretaciones y propuestas se basan en un marco doctrinario, diferenciado de las pertenecientes a otras escuelas.

El positivismo.

El positivismo surge en Francia a inicios del siglo XIX. Se considera como el despertar del estudio del hombre, su historia, lengua, instituciones sociales, entre otros. Para Kolakowski (1988) el positivismo es un conjunto de reglamentaciones que rigen el saber humano y que tiende a reservar el nombre de “ciencia” a las operaciones observables en la evolución de las ciencias modernas de la naturaleza. Durante su historia, dice este autor, el positivismo ha dirigido en particular sus críticas contra los desarrollos metafísicos de toda clase, por tanto, contra la reflexión que no puede fundar enteramente sus resultados sobre datos empíricos, o que formula sus juicios de modo que los datos empíricos no puedan nunca refutarlos.
El surgimiento de esta corriente se da porque el hombre es desafiado por un acontecimiento que conmovió los cimientos del mundo social, La Revolución Francesa. En este momento histórico la ciencia natural estaba asentada sobre los pilares de la tradición galileana y unas ciencias humanas con logros y pretensiones científicas.
En este orden de ideas, la concepción filosófica del positivismo se basa en la experiencia y el conocimiento empírico de los fenómenos naturales, en el cual la metafísica y la teología son sistemas de conocimientos imperfectos e inadecuados. Esta corriente afirma que el único conocimiento autentico es el conocimiento científico. Su filosofía se basa en explicar causalmente los fenómenos por medio de leyes generales y universales.
Según se evidencia, esta escuela se caracteriza por:
  •     El rechazo de la metafísica y de toda proposición no vinculada con los hechos constatados.
  •     El rechazo de los juicios de valor, en cuanto no se apoyan en certezas y en leyes científicas.
  •     El empirismo es el único medio de llevar a cabo observaciones sistemáticas y ciertas, para deducir conclusiones validas.
  •      El fenomenalismo que solo acepta la experiencia obtenida por la observación de los fenómenos.


Cabe considerar, a su principal representante, Augusto Comte, cuya filosofía radicaba en la asunción de la razón y la ciencia como únicas guías de la humanidad capaces de instaurar el orden social sin apelar a oscurantismos teológicos o metafísicos. Comte afirma que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes que gobiernan no sólo la naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida como la sucesión y el progreso de determinados momentos históricos llamados estados sociales. La humanidad en su conjunto y el individuo como parte constitutiva, está determinado a pasar por tres estados sociales diferentes que se corresponden con distintos grados de desarrollo intelectual: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo.


Según se evidencia, para Comte el conocimiento y la sociedad, de la mano del conocimiento, deben pasar evolutiva y progresivamente por estos tres estadios, como lo hace una persona que pasa de la niñez, hacía la juventud y hacía la vida adulta. De esta evolución dependía en todo sentido el progreso social, tanto como para decir que una sociedad científica debía ser también una sociedad civilizada. Sin embargo, esa confianza excesiva en el conocimiento científico ha sido desmentida por los mismos avances de la historia y de la ciencia. Para nosotros en esta época es evidente la ingenuidad de Comte y de buena parte de los modernos, pues sabemos que los avances científicos no conducen necesariamente a los avances sociales, sino que incluso, pueden traer nuevos problemas sociales.


El Idealismo.

Por su parte, el idealismo tiene sus orígenes en Alemania en el siglo XVIII. Fue Leibniz quien empleó el término idealista al referirse a Platón y a otros autores para quienes la realidad es la forma o la idea. Estos autores idealistas o formalistas sostienen doctrinas diferentes de las ya propuestas por otros autores, como por ejemplo, Epicuro, calificado de materialista.
Por esto, la filosofía idealista de la época moderna se funda igualmente en las ideas, según el idealismo, lo que verdaderamente existe puede ser comprendido por el entendimiento, pero no percibido por los sentidos, pues es inmaterial. De esta manera se reduce la realidad a pensamiento, pero no a una clase de pensamiento que no fuera más que una representación subjetiva, sino a existencias reales, incorpóreas e invisibles, pero no ininteligibles. Ahora bien, su filosofía se basa en designa las teorías que sostienen que la realidad extramental no es cognocicible y se caracteriza por:

  •          Plantear que no conocemos las cosas tal y como son en sí.
  •      El sujeto construye, a menos en parte el objeto.
  •      El conocimiento es independiente de la experiencia.
  •           Solo se puede llegar al conocimiento a través de la experiencia.

Tal como se ha visto, el Idealismo utiliza como herramienta, principalmente, la deducción, reduciendo todo conocimiento y toda acción a principios de valor absoluto. Por lo demás, busca un origen sobrenatural a estos principios y admite una suerte de “espontaneidad”, fuera de los mecanismos puramente materiales, que conduce a la vida hacia la eternidad.


Asimismo, los idealistas declaran que lo único real es el pensamiento, que todo lo demás no podemos conocerlo, que no sabemos ni podemos saber si existe o no el mundo exterior. Dicen que el mundo exterior es el producto de nuestras ideas, es el reflejo de éstas, que el mundo sólo existe en la medida en que pensamos que existe. Vienen a decir que no podemos saber si en el universo hay algo más que nuestra conciencia.
Cabe agregar, Platón, uno de los principales exponentes del idealismo, mejor dicho, considerado el primer idealista, mantenía que el ser está constituido por las formas o ideas, las ideas no tienen origen, no cambian ni desaparecen y que los objetos materiales tienen origen, cambian y desaparecen.


En resumen, la corriente filosófica difiere radicalmente del idealismo. Para los positivistas, lo único real y existente era aquello que puede ser experimentado, medido y catalogado a través del método científico. Todo lo demás era falso e ilusorio. Por lo tanto, las proposiciones del idealismo no pueden considerarse como verdaderas, pues sus contenidos no provienen de la experiencia.
En este contexto, propongo a modo de conclusión  plantear la cuestión de la existencia y la creencia en Dios. El positivismo, como se ha dicho, parte de lo material y confía en que el ser humano mediante los sentidos y la experiencia es capaz de llegar a una versión cercana de la  verdad objetiva externa; todo lo que queda fuera de lo físico (o sea, lo metafísico) que, en consecuencia, no podemos captar por los sentidos (ni a través de la ciencia, que viene a ser una prolongación de estos) debe ser rechazado. Por su parte el idealismo no tiene inconveniente en aceptar todo tipo de explicaciones abstractas e imaginarias de los sucesos, como por ejemplo la creencia en Dios, algo que, según la sociología de la religión es una cuestión emocional, afectiva y cultural.
Aceptar a Dios u otros fenómenos sobrenaturales es defraudar a la racionalidad propia del ser humano y a su madurez intelectiva, al poner en un mismo plano la realidad desvelada por las ciencias y la experiencia, por un lado, y  la mera imaginación, por otro. Pero en cualquier caso la  historia enseña que la religión está tan ligada al ser humano (pues llena de sentido su precaria existencia) que es difícil pronosticar, o incluso imaginar, si en alguna época futura los hombres serán capaces de desenvolverse sin creencias de este tipo.

“Ciencia, y por lo tanto previsión; previsión, y por lo tanto
acción: tal es la fórmula que expresa con exactitud la relación
general que existe entre ciencia y arte, tomando estos
dos términos en su acepción más amplia”.
Auguste Comte

REFERENCIAS
Kolakowski, L. (1966). La filosofía positiva. Madrid: Ediciones Cátedra.
Vargas-Mendoza, J. E. (2006) Teoría delconocimiento. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C. En http://www.conductitlan.net/conocimiento.ppt [Consulta: Junio 12 del 2014]